Hay una famosa historia, puede que sea un cuento, un mito (quizás sí, ojalá no). Trata sobre el Rey Salomon, de imponente porte y presencia inspiradora. Su rostro sereno reflejaba un entendimiento profundo de los misterios de la vida. Con un caminar seguro y pausado que transmitía calma y seguridad. Una voz suave pero firme, que resonaba con autoridad y claridad. Mientras que en sus pensamientos se sumergía en profundas reflexiones sobre la vida, el amor y la naturaleza humana.
A este Rey se le acercó un Sultán, que le pidió una frase. Una frase llena de sabiduría, que fuera cierta tanto para la adversidad y la prosperidad. Una frase que, conteste a lo que conteste, expresara la verdad.
Salomón se la dio:
“Esto también pasará”
Tan simple, pero tan profunda. Y así es, es cierta en cualquier situación. Nos recuerda la naturaleza de la vida: impermanente. Tanto para situaciones malas, como situaciones buenas, nos enraiza saber que “esto también pasará”.
En lo negativo, lo desastroso, lo que nos causa caos, desesperación y de lo que queremos huir, nos recuerda que no será para siempre. No hay de qué preocuparse, pues pasará. En la felicidad, en la dicha, la pasión, la emoción, el éxito, el placer, la gloria, nos recuerda que no nos apeguemos a ellas, pues también pasarán.
Estés en la situación en la que estés, sea maravillosa porque te acaban de ascender en el trabajo o porque encontraste al amor de tu vida, o desastrosa porque te acaban de despedir o la persona que pensabas que estaría para ti por siempre te dejó; también pasará.
Pero, ¿si todo pasará?
¿si nuestros seres queridos morirán?
¿sí nosotros también?
¿Si algún día dejaremos de trabajar, de estudiar?
¿Si algún día la economía dejará de estar tan mal, pero llegará un día en el que estará peor?
¿Entonces de que nos podemos aferrar para encontrar seguridad, para encontrar paz?
De nada. Pero esto no quiere decir que estemos destinados al estrés de la incertidumbre.
La paz, la tranquilidad, ese estado de serenidad que todos buscamos, solo se encuentra cuando eres capaz de soltar, de darte cuenta de que no hay un suelo sobre el que pararse. Contra toda lógica, cuando sueltas, cuando te dejas caer, solo ahí es donde encontrarás lo que estás buscando.
Muchos saludos,
Nicolás
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